Hace 200 años la erupción del volcán Tambora provocó un “invierno en
verano”, hubo heladas y nevadas incluso en julio y agosto. El inusual invierno
afectó muchas maneras al planeta, provocó enfermedades, arruino cosechas y
además se convirtió en fuente de pesimismo, pues se pensaba que el fin del
mundo estaba cerca, dando lugar a un romanticismo tenebroso, que sigue vigente en
nuestros días, y está presente en la literatura, en la música y en el cine.
1816 fue el año sin verano, un hecho poco conocido pero con
una gran repercusión, pues es el mejor ejemplo de una catástrofe climática
global, ese año nevó durante los meses de julio y agosto en la costa este de
Estados Unidos, Italia y Suiza, en Alemania llovió durante semanas y en la
India no hubo monzón. Se calcula que solamente en Europa murieron unas 70.000
personas como consecuencia del frío y las hambrunas por las cosechas
arruinadas.
En la ciudad de Bolonia un visionario afirmó que ese
“tiempo monstruoso” era el comienzo del fin de los tiempos, la histeria
colectiva se extendió por toda Europa, sin embargo el fin del mundo no llego, sólo
siguió lloviendo sin parar en muchos rincones del planeta.
No fue hasta 1920 cuando los climatólogos descubrieron la
causa de ese atípico verano, la razón fue la nube de cenizas que arrojó a la
atmósfera la erupción del volcán Tambora el 5 de abril de 1815 en la isla
indonesia de Sumbawa. La erupción fue de tal magnitud que el volcán pasó de
tener 4000 m. de altura a 2850. La situación del volcán cerca del Ecuador
favoreció la expansión de la nube volcánica, que por las corrientes de aire de
la atmósfera se extendió por el hemisferio norte y luego por todo el planeta.
La catástrofe empujó a los literatos y artistas de la
época a un miedo al fin del mundo, y a
una congoja que acabaron transformándose en fantasías escapistas a la par que a
un romanticismo tenebroso. La representación de la violencia de los elementos y
la naturaleza desatada se convirtió en un motivo para artistas, pintores,
músicos y literatos, donde los temas predilectos pasaron a ser erupciones
volcánicas, naufragios y tormentas. Los famosos cuadros, la Balsa de Medusa y
el Diluvio Universal de Théodore Gérical
fueron pintados en el verano de 1816, probablemente este caos
meteorológico inspiró también los dramáticos paisajes del pintor inglés Turner.
Las raíces del resto
del relato de terror moderno también se encuentran en el tenebroso verano de
1816. Lord Byron escribió aquel verano de 1816: “Un día tan oscuro que las
gallinas subieron a sus palos al mediodía”, y ese mismo día escribió una poesía
titulada oscuridad.
Se dice que Frankenstein de Mary
Shelley nació en una reunión de amigos
en la casa de Lord Byron junto al lago de Ginebra, entre los asistentes se encontraban
John Polidori, el escritor Percy Shelley con su prometida Mary Godwin (la futura
Mary Shelley). Los asistentes se lamentaron por el mal tiempo, Mary Godwin
llegó a decir, que los Alpes “eran el lugar más sombrío del mundo”, y decidieron
inventar un concurso, en el que el ganador sería el creador de la mejor
historia de terror, Mary Shelley tituló a su obra, Frankenstein o el moderno
Prometeo, Polidori llamo a la suya El Vampiro, una obra no muy destacable, pero
que sirvió de modelo para el Dracula de Bram Stoker, El resto ya pertenece a la
historia.....
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